Perspectiva de Žižek sobre los Embeddings
I. Introducción: crítica ideológica en la era de la interpretación automática
Este texto cierra un ciclo de ensayos dedicados a problematizar el uso de tecnologías algorítmicas de procesamiento del lenguaje —en particular, los embeddings— desde diversas tradiciones filosóficas. Si trabajos anteriores trazaron una crítica desde Gadamer, Wittgenstein, Nietzsche, Heidegger y Benjamin, aquí proponemos una lectura desde el pensamiento de Slavoj Žižek, cuyas herramientas conceptuales —provenientes del psicoanálisis lacaniano, el marxismo y la teoría cultural— permiten indagar las dimensiones ideológicas, fantasmáticas y sintomáticas del procesamiento algorítmico del lenguaje.
En esta línea, el ensayo no se interroga únicamente por lo que los embeddings pueden hacer con los textos, sino por lo que estos modelos de lenguaje hacen con nuestra relación al sentido, a la interpretación y al goce.
La hipótesis es clara:
Los embeddings no son neutrales ni meramente funcionales. Son operadores ideológicos que configuran una fantasía de transparencia semántica, goce técnico y delegación interpasiva del trabajo hermenéutico.
Leídos desde Žižek, revelan no solo su estructura simbólica, sino también su inconsciente político.
II. El “Gran Otro” algorítmico y la fantasía del sentido transparente
En el marco lacaniano que Žižek retoma y radicaliza, el Gran Otro es la instancia simbólica que garantiza el orden, la coherencia y el sentido de lo que decimos: Dios, la Ley, el Estado, el Saber. Aunque, como insiste Žižek, “el Gran Otro no existe”, seguimos actuando como si existiera. En el caso de los embeddings, esta figura retorna en clave digital: el modelo de lenguaje masivo que, tras ser entrenado sobre billones de palabras, parece poseer una forma de saber absoluto sobre el significado.
Los resultados vectoriales que indican que “reina” está cerca de “rey”, o que “capitalismo” y “libertad” coocurren con alta frecuencia, no son neutrales. Aparecen revestidos de una autoridad casi teológica:
“El modelo lo dice”. Este nuevo Gran Otro —el algoritmo— no solo ordena el lenguaje, sino que sustrae al sujeto del conflicto semántico, del desgarramiento del sentido. La interpretación, con toda su contingencia, historicidad y violencia, es sustituida por una proyección estadística que se presenta como objetiva.
En esta operación se sostiene una fantasía poderosa: la de un lenguaje finalmente transparente, sin fractura, sin opacidad. Pero esa coherencia no es real: es un efecto de lectura producido por la técnica, sostenido por el deseo de no confrontar la inconsistencia estructural del sentido. Lo que se delega a la máquina no es simplemente una función, sino el acto mismo de interpretar. Así, la ideología no funciona a pesar del saber crítico, sino a través de él. Sabemos que el modelo no “entiende”, pero seguimos creyendo que “dice algo verdadero”.
III. Interpasividad hermenéutica y el goce de la delegación
Žižek define la interpasividad como el acto de delegar no solo una tarea, sino también el afecto asociado a ella: reímos por medio de la risa grabada en una sitcom, creemos a través de una institución que cree por nosotros. En el contexto de los embeddings, podríamos hablar de una “interpasividad hermenéutica”:
Dejamos que la máquina interprete por nosotros. Le entregamos el lenguaje para que ella nos devuelva el sentido, liberándonos de la angustia de no entender.
Pero esta delegación no es sin goce. Hay una satisfacción ambigua en ver a la IA “comprender”, incluso si lo hace mediante correlaciones sin conciencia. Es el goce de lo técnico, del simulacro perfecto, del Otro que nos devuelve sentido sin exigirnos trabajo subjetivo. Y también —como bien señala Žižek— hay goce en el fallo:
Reírnos de la “estupidez” de la IA es una manera de reafirmar nuestra posición como sujetos supuestamente más complejos. La tecnología se convierte así en superficie de proyección libidinal: gozar a través del algoritmo, gozar de su potencia y de su límite.
Esta economía libidinal sustenta una nueva figura del lector: ya no el hermeneuta que interroga el texto, sino el consumidor de outputs. La lectura deviene consumo de correlaciones. La comprensión, un servicio delegado. En ese gesto, perdemos algo más que trabajo: perdemos el carácter conflictivo y productivo del lenguaje como campo de deseo.
IV. El síntoma de la dataficación total y la exclusión de lo Real
Para Žižek, el síntoma —en sentido lacaniano— es una formación que revela, a través de su disfunción, la verdad reprimida del sistema. Los embeddings pueden pensarse como síntomas de una economía política del lenguaje que intenta convertir todo signo en dato, toda palabra en mercancía semántica, todo discurso en vector legible. Encarnan el sueño del capitalismo tardío: hacer del lenguaje un recurso transparente y disponible, controlable y cuantificable.
Pero en ese gesto excluyen lo Real del lenguaje: lo que no puede ser simbolizado ni capturado, lo que duele o desconcierta, lo que excede toda coocurrencia. Lo Real son los restos de violencia inscritos en ciertos términos, los significados contradictorios de una palabra atravesada por la historia, el tono, el cuerpo, la metáfora que no cierra, el trauma que no se puede decir pero que insiste. Los embeddings, al suavizar, interpolar, mapear, tienden a cerrar esas fisuras. La técnica no elimina el síntoma: lo reconfigura, lo normaliza, lo estetiza.
La filología crítica y la hermenéutica filosófica, en cambio, se sitúan precisamente allí donde el lenguaje se resquebraja. Allí donde el modelo falla o se contradice, donde el sentido no se deja vectorizar, comienza la tarea del pensamiento. Una tarea que los embeddings no pueden sustituir, aunque sí pueden —si se los lee sintomáticamente— ayudar a iluminar.
V. El suplemento obsceno del algoritmo: sesgos, goce y fetichismo técnico
Toda estructura simbólica, según Žižek, requiere un “suplemento obsceno”: una dimensión no dicha pero funcional, un residuo necesario para que el orden oficial se mantenga. En el caso de los embeddings, este suplemento incluye tanto las condiciones materiales de producción (huella de carbono, trabajo precario, sesgos sistemáticos) como las fantasías ideológicas que hacen que ignoremos esas condiciones.
Aceptamos los resultados del modelo porque “funcionan”, pero lo hacemos como si sus sesgos no fueran constitutivos. Como si la máquina no cargara con las marcas del racismo, del androcentrismo, de la colonialidad textual. Como si no hubiera goce en la ilusión de que el sentido puede ser producido sin sujeto, sin historia, sin conflicto. El fetichismo técnico no está en creer que la IA es perfecta, sino en actuar como si los problemas no impidieran usarla.
Lo que se oculta es justamente lo que Žižek llamaría “la obscenidad del orden técnico”: no su falla, sino su eficacia ideológica. La máquina funciona porque sabemos que no debería, pero igual lo hace. Lo inquietante no es que se equivoque, sino que tenga éxito, que reemplace la lectura, que distribuya sentido sin lector.
Es ahí donde la crítica debe operar: no solo en lo que el algoritmo dice, sino en cómo lo dice, a quién le habla, y qué goce organiza en su funcionamiento.
VI. La necesidad de un acto filológico: leer el modelo como ideología
Para Žižek, un acto no es simplemente una decisión voluntaria, sino una intervención radical que transforma el campo simbólico.
Aplicado a los embeddings, esto no implica rechazar la tecnología, sino producir un cortocircuito en su fantasía. Usar el modelo para exponer su ideología. Leerlo como síntoma. Exagerar sus resultados para revelar su absurdo. Oponerle preguntas que no puede responder: el cuerpo, el dolor, la historia, la ironía.
La filología, en este contexto, no puede limitarse a “usar bien” la herramienta. Debe interrogar la herramienta como texto. Analizar sus condiciones de producción, su economía política, su aparato libidinal. Solo así puede recuperar su potencia crítica. No se trata de si el modelo es útil, sino de qué mundo presupone y reproduce. No se trata de cómo mejora la lectura, sino de cómo reorganiza el acto mismo de interpretar.
El verdadero acto no será extraer más sentido, sino reiniciar el campo de juego. Leer allí donde el modelo tropieza. Habitar el malentendido como fuente de verdad. Sostener la fractura, no aplacarla. Redescubrir que interpretar no es encontrar el sentido, sino confrontar su imposibilidad constitutiva.
VII. Conclusión: el algoritmo como fantasma, el lector como síntoma
El problema de los embeddings no es técnico. Es existencial, político, libidinal. La promesa de una interpretación automática es el síntoma de nuestro deseo de no leer, de no exponernos a la ambigüedad del lenguaje, de no cargar con el peso del sentido. Es la fantasía de que el Gran Otro (esta vez, digital) puede hablar por nosotros, entender por nosotros, gozar por nosotros.
Pero como todo síntoma, los embeddings también revelan:
Nos muestran lo que queremos evitar. La dificultad de leer, el vacío de sentido, el exceso de goce, la violencia del lenguaje. Y es ahí donde el pensamiento comienza.
Žižek nos invita a no aceptar la ideología de la transparencia, a desconfiar del confort técnico, a sostener el malestar. No porque seamos tecnófobos, sino porque la lectura es un acto, y todo acto verdadero interrumpe, hiere, transforma. La tarea de la filología crítica hoy no es solo leer textos con máquinas, sino leer las máquinas como textos. Como síntomas de nuestro tiempo. Como fantasmas del sentido. Como espejos del sujeto.
VIII. Epílogo: preguntas para una crítica ideológica del procesamiento textual
El pensamiento no termina con la tecnología. Empieza donde esta se vuelve síntoma. Estas preguntas no son conclusiones: son llamados al acto, invitaciones a leer contra el algoritmo, a asumir el riesgo del malentendido, a recuperar la incomodidad del sentido.
- ¿Qué fantasía social sostiene la fe en que los embeddings pueden “entender” el lenguaje?
- ¿A qué le tememos cuando delegamos la interpretación a un modelo algorítmico?
- ¿Qué goce obtenemos al confiar en una máquina que no nos entiende, pero nos devuelve respuestas?
- ¿Qué tipo de sujeto emerge cuando leer ya no es necesario?
- ¿Podemos imaginar una hermenéutica que lea a los embeddings como texto, no como oráculo?
- ¿Qué historia, qué cuerpo, qué conflicto queda fuera del vector?
- ¿Qué interrupción podría devolvernos la responsabilidad de interpretar?
Habitemos las preguntas.
Gracias por leerme.